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Las fuentes escritas de Grecia (página 2)



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El Griego es una rama del indoeuropeo
que consta de una única lengua,
representada en muchos dialectos y con testimonios que datan
aproximadamente del s.XIV ac
Las pruebas
más antiguas de su existencia se encuentran en las
inscripciones descubiertas en Cnosos y otros lugares de
Creta realizadas principalmente en tablas de arcilla en
una escritura silábica conocida como Lineal
B
que sólo se identificó como griego en 1952.
Se denomina a este periodo griego micénico, para
distinguirlo del posterior, el clásico, que data
del siglo VIII ac, época en la que comenzaron a
escribirse textos en el alfabeto griego, en especial, los
poemas
épicos <Ilíada> y
<Odisea>, junto a otros que no se han conservado. El
gran periodo de teatro, la
historia, la
filosofía y la poesía
clásicos finalizó en el s.IV ac. Una variedad
posterior del griego, conocida como Koiné (o
<común>), se habló en todo el Mediterraneo
oriental durante casi mil años aproximadamente desde el
s.IV ac El griego, en su forma escrita, es la lengua del Nuevo
Testamento
. Las variedades modernas, que se hablan en
Grecia,
Chipre, Turquía y otras localidades derivan de esta
koiné.

El alfabeto más antiguo que se conoce
es el semítico septentrional, que se desarrolló en
Palestina y Siria alrededor del 1700 ac
Estaba formado por 22
letras consonantes. Los alfabetos hebreo, árabe y fenicio
se basaron en éste sistema. Luego,
alrededor del año 1000 ac el mismo alfabeto fenicio
sirvió de modelo a los
griegos, que añadieron letras para las
vocales
. El griego se convirtió a su vez en modelo
para el etrusco (aprox.800 ac) del que derivan las letras del
antiguo alfabeto romano, y por último, todos los alfabetos
occidentales.

El Griego, a pesar de su desarrollo en
numerosos dialectos, era una lengua indoeuropea hablada en Grecia
desde probablemente el 3º milenio ac 2000 años ac la
cultura
minoica desarrolló un sistema de escritura
jeroglífica, que es sustituido hacia el s.XV ac por un
tipo de escritura cursiva conocido como Lineal A, "en
algún momento dentro del s.XV se adaptó al griego
la técnica de la escritura, presumiblemente por obra de
los escribas palaciegos de Cnosos" (Kirk, PH, p.26). Los
micenios que ocuparon Creta en el s.XIV ac, introdujeron
la escritura Lineal B, una escritura silabica que deriva de la
Lineal A y que fue utilizada hasta la desaparición de
ésta cultura hacia el 1200 ac Hacia el 1100 ac surge la
escritura griega arcaica, época hasta la que se suele
remontar la adopción
del alfabeto fenicio por los griegos. (A su vez, los fenicios
habían adoptado con anterioridad el alfabeto cananeo). A
mediados del s.IV ac el alfabeto jónico desplazó a
todos los demás alfabetos locales y se convirtió en
el alfabeto griego general, que es el que ha dado orígen a
todos los europeos.

LA
RELIGIÓN INDOEUROPEA: LOS ORÍGENES DE LA
MITOLOGÍA CLÁSICA.

Sobre las arcaicas civilizaciones mediterráneas
poco se sabe, excepto que debíeron de ser florecientes
antes de la llegada de los primeros invasores indoeuropeos. Se ha
especulado mucho sobre la prioridad de una religiosidad
matriarcal previa a la patriarcal, cuestión que enlaza con
las ideas acerca de la matrilinealidad y el matriarcado. Como
defensores de dicha hipótesis destacan Robert Graves y
Marija Gimbutas, que enlazarían con las ideas de
Bachofen acerca del matriarcado originario. Según
Graves en Creta, antes de las invasiones del norte, como en otros
muchos lugares, se rendiría un culto a la diosa o diosas,
que sería barrido por la creencia en deidades masculinas.
No hay apenas datos
arqueológicos y mucho menos fuentes
escritas que testimonien acerca de estas ideas, pero sea cual
fuese la religiosidad de las civilizaciones mediterráneas
parece claro que se les superpusieron las de los conquistadores.
En Grecia la religión
micénica proviene de dos fuentes directas, la mitología de raíz indoeuropea y la
mitología preindoeuropea.

Los cretenses adoraban a divinidades terrestres y
agrícolas, mientras que los invasores indoeuropeos
de Micenas, conocidos con el nombre de aqueos,
veneraban a divinidades celestes y pastoriles. Los primeros
tenían un panteón fundamentalmente compuesto por
diosas de la fertilidad; los micénicos habían
traído a Grecia sobre todo dioses de la soberanía. De la síntesis
de ambos surgió la religión micénica
,
que tomó también de Creta el culto de los
héroes y la configuración del mundo
infernal.

Yendonos a la Mitología Comparada podemos
observar que el enfrentamiento entre culturas agrícolas y
emigrantes nómadas ganaderos no es única en el
territorio griego, sino que se ha repetido numerosas veces en la
historia. Ya en el Génesis bíblico
(Génesis., 4.1-16), bajo el relato de Caín y
Abel, yace la misma duplicidad entre las ofrendas del
primogénito Caín (fruta y verduras) y las del
hermano menor Abel (carne y grasa) a Yahvé; el dios
cananeo elegirá las de Abel, ejemplo de la
sustitución de un culto agrícola por un culto
nómada y pastoril. La lucha entre Caín y Abel
remite al enfrentamiento entre los partidarios del culto agrario
y el de los partidarios del culto ganadero, dentro de un mismo
pueblo, la facción cainita debió luchar con encono,
muerte de
Abel, pero el triunfo sería de los ganaderos.

A finales del s.XIII y durante el s.XII ac invadieron de
nuevo y asolaron los territorios de influencia micénica
unas hordas de indoeuropeos, los dorios, con cuyo
establecimiento se configura la definitiva población de Grecia. La síntesis que
compone el sistema mitológico griego estaba muy
desarrollada en la época en que se forman las
composiciones Homéricas y Hesíodeas
(s.IX-VII ac), que se erigirán como las principales
fuentes de la mitología clásica.

INDOEUROPEOS CONTRA
SEMITAS: UNA MISTIFICACIÓN IDEOLÓGICA. IMPROPIEDAD
DE LA VOZ ANTISEMITISMO.

La palabra semita tiene una connotación
teológica, geográfica y lingüística.
La primera
acepción proviene de la Biblia, donde aparece el nombre de
Sem, hijo de Noé, que según el mito, junto a
sus hermanos Cam y Jafet, poblarían después del
diluvio toda la tierra
(Génesis 9.18-20), y que habrían de hablar todos
una misma lengua (Gen. 11.1) hasta el posterior episodio de la
Torre de Babel. De Sem descendería, según el
relato, Abraham (Gen.11.26).

De los hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet, se
pretende hacer derivar a la humanidad entera, puesto que
según el relato serían los únicos
supervivientes del diluvio universal, quienes hablarían la
misma lengua hasta el episodio de Babel y entre quienes se
contarían todos los pueblos de una misma área
geográfica, que luego se vendrían a denominar
exclusivamente como semitas, atribuyendo arbitrariamente a
Jafet y Cam la existencia de otros pueblos de los que en
principio no se tenía conocimiento.
De tal manera, los esclavistas ingleses del siglo XIX
pretendieron interpretar el episodio de la maldición de
Cam (Gen.9.25-27), adjudicándole la correspondencia con
los pueblos del Africa negra para
así justificar bíblicamente sus practicas
esclavistas y racistas. Y los nombres de los descendientes de los
tres hijos de Noé, en numerosas ocasiones, son
topónimos de las regiones de la misma área
geográfica, que responden a lo que se conoce como Oriente
Próximo.

No hay que olvidar que el Génesis, el
primer libro que nos
aparece en la Biblia, debido a su temática primaria,
dedicada a relatar la creación del universo y los
orígenes o fundamentos de la humanidad, en dos versiones
superpuestas, es un escrito a la vez mítico,
poético y religioso
, que contiene elementos culturales
de Mesopotamia,
Canaán (luego Palestina) y Egipto. Las
culturas babilónica, judía y egipcia, no dejaron de
influenciarse mútuamente dada su proximidad
geográfica y sus contactos, tanto pacíficos como
belicosos, a lo largo de sus dilatadas historias, (no ha de
olvidarse que babilonio es Abraham, egipcio es José y
cananeo es Jacob).

Tanto para la lingüística como para la
teoría
de la evolución, las ciencias han
derivado hacia explicaciones de desarrollo multiregional, tanto
lingüístico como biológico, que destruye el
reduccionismo arcaico de las exposiciones míticas e
incluso científico-decimonónicas que pretenden
hacer proceder al ser humano y a todas sus capacidades de una
única evolución lineal determinista, a causa de la
cual, cada pueblo se creería míticamente el origen
de todos los seres humanos (El Mito del Poema de Gilgamesh
haría a los primeros hombres babilonios; el Bíblico
cananeos; y el Mito de Prometeo de Hesíodo,
griegos).

A partir de la vaga acepción bíblica se
designará luego con la voz semitas a un conjunto de
pueblos de Oriente Próximo
(acadios,
asírio-babilonios, amorritas, arameos, fenicios,
árabes, hebreos y etíopes), pueblos de una misma y
amplia región geográfica, que más adelante,
en el siglo XIX, se descubriría que hablan o han hablado
en la antigüedad, alguna de las lenguas
semíticas
.

Es, por tanto, a partir de una designación
teológica que se deriva la clasificación de una
agrupación geográfica, con afinidades por
préstamos del lenguaje
hablado, que el escritor del Génesis habría,
quizá, de percibir. Una agrupación de pueblos
cercanos, la cual, con la emergencia de la
lingüística en el siglo XIX, se vendrían a
clasificar de acuerdo con el grupo
lingüístico del que procederían sus lenguas,
designándolas como lenguas semíticas.
Lenguas cuyas remotas raíces gramaticales se localizaban
geográficamente en el Asia occidental y
en el norte de Africa (árabe, hebreo, arameo, amarico),
aunque sus hablantes se encontrasen ya diseminados por todo el
planeta.

El que los pueblos semítas, aquellos que
hablan lenguas semíticas, tengan las mismas
caracteristicas raciales, no es sino un mito que se
desarrolló por extrapolación de nociones
lingüísticas y geográficas al terreno de la
biología,
al darwinismo que, tergiversado, alimentó el racismo moderno y
contemporáneo. Afortunadamente, el concepto de
raza ha desaparecido por completo de la biología
seria y las tergiversaciones nazis de la lingüística
indoeuropea y de la biología lamarckista no han dejado de
ponerse al descubierto, mostrándose su carácter infundamentado,
extracientífico e ideológico.

Los grupos
lingüísticos célticos, románicos,
germánicos, eslavos, bálticos, helénicos y
el albanés, son todos ellos indoeuropeos,
sin por ello
poder decirse
que los numerosos pueblos que hablan las lenguas provinientes de
esos grupos tengan nada más en común que la
lejanísima procedencia de sus respectivas lenguas. Algo
tan sólo perceptible por un experto filólogo
indoeuropeo y que en nada facilita que esos pueblos lleguen a un
entendimiento y una relación mayor entre sí que con
cualesquiera otros. Esto demuestra que la apelación a las
raíces lingüísticas comunes no es sino un
absurdo preludiado por las nociones políticas
del romanticismo
alemán, pero un absurdo muy peligroso cuando
políticos demagógicos lo utilizan para embarcar a
sus pueblos en la guerra y la
destrucción de los otros. Biológicamente, los seres
humanos nos parecemos en un 99% a los chimpancés, y en
mayor porcentaje entre nosotros, de manera que las diferencias,
no son en absoluto naturales sino exclusivamente culturales. Pero
las afinidades culturales no tienen coherencia alguna y
así, las afinidades religiosas (el monoteísmo por
ejemplo, común a judíos,
cristianos, islámicos o antiguos hindúes), no
tienen relación ni correlación alguna con otras
afinidades o diferencias culturales, como puedan ser las de la
lejanísima procedencia, común o distinta, de sus
lenguas; ya que ninguna religión se circunscribe, no ya a
una sola rama de los grandes grupos lingüísticos,
sino ni tan siquiera a una sola lengua moderna.

Todo lo antecedente, viene a confirmar, la improcedencia
de emplear la palabra antisemitismo para calificar a las
persecuciones que han sufrido a lo largo de la historia los
hombres que han practicado la religión judía, y
asimismo la inadecuación de la calificación como
indoeuropeos, ya a partir de la rama aria que se extendió
por Oriente hace miles de años o de cualquier otra, de
ningún pueblo actual de la tierra. Las
denominaciones de procedencia lingüística arcaica,
comunes a muchas lenguas habladas por muchos pueblos actualmente,
no deben confundirse con la designación de los pueblos y
naciones en relación a la lengua que hablan. Es distinto
hablar una lengua determinada que el que la lengua que se hable
proceda de una lengua determinada, además, no puede ni
debe identificarse a un pueblo por la lengua que habla (español =
pueblo español) porque entonces los hispanohablantes de
latinoamérica resultarían pueblo
español. Los lamentables hechos históricos que
conocemos con el impropio nombre de antisemitismo, se
deberían denominar actos de antijudaísmo y
situar entre los episodios de intolerancia religiosa que asolan
la historia de la humanidad.

FORMACIÓN DE LA POESÍA
HOMÉRICA.

La composición de los poemas homéricos
se extiende a lo largo de un milenio, desde el último
lapso de la Edad de Bronce comenzado hacia 1.600 ac hasta el
final de la llamada Edad Media
griega hacia el 600 ac
Pero las fuentes de ese período
son escasas, aparte de los poemas homéricos, contamos con
los fragmentos de escritura lineal B y con algunas referencias
egipcias e hititas, procediendo una mayor documentación ya del s.VII ac

Se utiliza el término heládico para
las culturas de la Edad de Bronce en Grecia (2.800-1100), el
término minoico refiere a las culturas de la Edad
de Bronce en Creta y la palabra cicládico se
refiere a las del Egeo central.

Aproximadamente: a) cultura heládica temprana
(2800-2000 ac); b) heládico medio (2000-1850 ac); c)
heládico reciente (1600-1100 ac)

Desde Europa central
estuvo penetrando en Grecia, ya desde el heládico
temprano, una tribu indoeuropea. Las innovaciones de ésta
se impusieron con las invasiones del heládico medio:
introducción del caballo,
fortificación de las ciudades, cerámica <miniana>, un tipo especial
de edificios y una nueva lengua: el griego.

LA CUESTIÓN HOMÉRICA:
ANALÍTICOS Y UNITARIOS.

La sistematización arqueológica y la mejor
comprensión del canto oral en la actualidad han
transformado los estudios homéricos.

La tradición atribuía la
Ilíada y la Odisea a un mismo autor,
Homero
, disputándose algunas ciudades de la Grecia
clásica su lugar de nacimiento, Quíos (donde
vivieron los homéridas, familia de
rapsodos profesionales que decían descender de Homero) o
Esmirna.

Es de señalar que también Museo y Orfeo
fueron tenidos por personajes reales y tuvieron seguidores, los
órficos, y textos que se le atribuían (los llamados
Hímnos homéricos, por ejemplo, que son
textos órficos), pero practicamente nadie serio defiende
la existencia de Orfeo (o de Museo), personaje mitológico
que con su canto conmovía a las piedras y a las plantas. Un grave
error de la compilación de fragmentos de Diels-Kranz
consiste en situar como primer autor a Orfeo, en lugar de
denominar fragmentos órficos a la
recopilación, pero si ese error lo cometen especialistas
modernos, dando así la falsa impresión de la
existencia de un autor o personalidad
creativo-inventiva detrás de los escritos que se
presentan, mucho más lo cometían los antiguos,
aunque no del todo los más avispados: "Aristóteles habla, ciertamente, de algunos
poemas órficos de asunto teogónico; pero no eran
obra de Orfeo, como Aristóteles se cuida de explicar, sino
del poeta Onomácrito… Esto puede recordarnos la forma en
que se atribuyeron falsamente a los apóstoles algunos de
los primeros escritos cristianos" (Jaeger, TPFG, cap.IV,
p.64-65). Aristóteles sabía que había poemas
que circulaban como siendo de Orfeo y que eran de
Onomácrito (son obra suya los que conocemos como
Oraculos de Museo), pero no ponía en duda la
existencia histórica de Orfeo o la de Homero, a quienes
atribuía los dogmas o ideas que aparecían en los
textos que se les reputaban. Sirva esto de ejemplificación
de la problemática que envuelve a la cuestión
homérica
.

La posición unitaria defiende la unidad de
autoría de los dos grandes poemas homéricos al
declarar que son demasiado perfectos y están tan
calculadamente construidos que no pueden ser un refrito. La
defensa del autor genial y original cobró auge desde el
Romanticismo y debe recordarse que el propio Friedrich Nietzsche, al
ser nombrado catedrático de filología
clásica de la Universidad de
Basilea, intentaría desde su Lección Inaugural
sobre la Cuestión homérica (1874), defender la
personalidad de Homero
(al fin y al cabo identificada como el
espíritu de Grecia), frente a los trabajos
analíticos.

"La noción de un Homero monolítico, un
supremo poeta genial cuyo trabajo era
sacrílego analizar, indudablemente correspondía a
determinadas tendencias de la época" (HCA-Dodds p.9).
El idealismo
antimaterialista lucharía a lo largo del siglo XIX contra
las tendencias analíticas, también en el terreno
más ideológicamente problemático del
criticismo sobre el Nuevo Testamento, y la reacción
sería una supersticiosa reverencia y defensa de la
tradición, herida por la investigación.
Pero nos
equivocaríamos si dividieramos a los dos bandos
entroncando a los analíticos con los progresistas y
racionalistas modernos de tradición anglosajona y
francesa, materialista y empirista, y a los unitarios con los
reaccionarios y conservadores del Antiguo Régimen de
tradición germánica, romántica e idealista;
las posiciones ideológicas y filosóficas implicadas
en la cuestión homérica son más complejas
que la citada dicotomía, que es incorrecta pues supone una
falsa simplificación. Por poner un ejemplo de la mayor
complejidad del problema tenemos al marxismo, que
surgido en la filosofía alemana a partir de la lectura de
Hegel,
entroncaría con las tendencias analíticas en sus
análisis de las Escrituras, mientras que el
empirismo
derivado de Hume o de Hobbes no
llegaría a aplicar el análisis a las Escrituras,
manteniéndose fiel a la tradición antigua y
canónica.

Desde que, precedido por los estudios del Abad
d’Aubignac (s.XVII), F.A.Wolf publicó sus
Prolegomena ad Homerum (1795) demostrando la imposibilidad
de que las obras atribuidas a Homero fuesen realizaciones de un
mismo autor,
la posición analítica, que
sostiene la inexistencia de Homero y la tesis de que
los poemas no son sino compilaciones de escritos de diversa
época y procedencia, no ha dejado de avanzar. Su
posición planteaba los siguientes puntos: a) inexistencia
de Homero; b) los dos poemas no son obra del mismo autor ni
pertenecen a la misma época y c) los poemas no son obras
de un autor personal y
único, sino un conglomerado de cantos originariamente
independientes que, a través de sucesivas refundiciones o
compilaciones, dieron lugar a poemas más
extensos.

Existe un intento de mediación
salomónica entre los analíticos y los unitarios que
sería la posición neoanalítica.
Se
cuentan entre los defensores de dicha tesis Page, Merkelbach,
W.Schadewaldt o J.Kakridis, quienes sostienen la tesis de la
existencia de un Homero compilador, gran poeta que, utilizando
materiales
diversos y sus propias adiciones daría unidad a la obra.
T.S.Kirk se presenta como unitario moderado o neoanalítico
al decir que los poemas de Homero, la Ilíada y la
Odisea, son la creación de "dos grandes cantores
del siglo VIII ac" (Kirk, PH, p.17), pero advirtiendo que "la
poesía homérica es la culminación de una
larga tradición" (Ibid.). Coincide con Schadewaldt en
postular dos poetas a la base de los poemas, pero este
último no los sitúa en la misma época sino
que defiende la existencia de un Homero Cantor heredero de la
tradición oral y de un Homero escritor posterior que
adaptaría los cantos a un texto
redactado. Como indica Dodds "que los dos poemas homéricos
tienen en su forma actual un ciudadoso propósito y una
básica unidad estructural es hoy reconocido tanto por los
analistas como por los unitarios" (HCA-Dodds, p.3), por lo que
dentro de la posición neoanalítica entrarían
también estudiosos como Wilamowitz, Gottfried Hermann,
Lachmann, Walter Leaf, Van der Mühll, C.M.Bowra, Miss
Lorimer, Wade-Gery, Gilbert Murray, Martin Nilsson o Paul Mazon.
El problema de la solución salomónica es que
procura sintetizar a los unitarios y a los analíticos en
una posición analítico-unitaria o
neoanalítica que se basa en dos puntos de unanimidad muy
generales y que dependiendo del modo en que los resuelven los
investigadores citados reproducen, eso sí, con mayor
sutileza, la dicotomía decimonónica entre unitarios
y analíticos. Entre los neoanalíticos se pueden
considerar algunos de ellos dentro de la posición
analítica y otros dentro de la posición unitaria,
de manera que, aunque se hayan acercado en un minimum, la
controversia no ha podido ser zanjada. Entre los
analíticos se pueden considerar, además de a los
decimonónicos o clásicos como F.A.Wolf, Eduard
Meyer, Sir Richard Jebb, Kirchhoff o Wilamowitz; a Van der
Mühll, Gilbert Murray, Martin Nilsson o E.R.Dodds; mientras
que entre los unitarios se pueden considerar, además de a
los decimonónicos o clásicos como K.Reinhardt,
R.Wood; a Andrew Lang, Carl Rothe, J.A.Scott, Drerup, Sheppard,
T.W.Allen, Woodhouse, J.T.Kakridis, W.Schadewaldt, H.Pestalozzi,
E.Howald, C.M.Bowra, Miss Lorimer o Wade-Gery;
encontrándose otros investigadores en una posición
que dificulta el incluirles en una tendencia u otra al admitir
determinadas tesis de cada línea de interpretación, como sería el caso
de G.S.Kirk.

Otro problema de la solución
neoanalítica es que sería necesario postular la
existencia de entre dos y cuatro Homeros-compiladores (si
es que no más), dos para la
Ilíada y dos para la Odisea en caso
de que no fuesen obra de los mismos compiladores,
el primero
un Homero ciego cantor poético iletrado y genial, el
segundo un Homero escriba genial que reuniese materiales orales y
puestos por escrito por otros, dándoles una redacción unitaria que serviría de
pieza nuclear. Hay cierta unanimidad respecto a la teoría
nuclear pero desacuerdo en la posición de Homero respecto
al momento de gestación de lo unitario (estrato primitivo
oral, medio o reciente escritos).

Por eso hoy la cuestión homérica no reside
tanto en la unidad artística y orgánica del
conjunto de los poemas, admitida por todos, como en explicar en
qué consiste esa unidad, qué cantidad de los poemas
se puede considerar que formaba parte del núcleo unitario
original (Canto épico sobre la Cólera de
Aquiles
para la Ilíada y Relato del retorno
a Ítaca
de Ulises para la Odisea) y
cuantas son adiciones posteriores; en definitiva, cómo se
llegaron a gestar los poemas y qué resulta de la
separación entre lo unitario y lo diverso. Hay grandes
desacuerdos en cuanto al problema de cómo se
desarrolló la estratificación del poema y sin
embargo hay acuerdo respecto a que se están manejando
poemas con diversos estratos en su composición pero con
cierta unidad básica de estilo y estructura en
la forma en que los conservamos.

Hoy en día muchas de las diferencias entre los
analíticos y los unitarios son meramente
terminológicas "lo que los analistas llaman núcleos
o prototipos, los unitarios denominan fuentes; lo que los
analíticos llaman expansiones, los unitarios denominan
interpolaciones" (HCA-Dodds p.12).

LA OBRA POÉTICA
DE HESÍODO: LA ASTUCIA REEMPLAZA A LA FUERZA. EL
MITO DE PROMETEO Y EL CICLO DE
JACOB
.

La astucia en los dos relatos del Mito de
Prometeo
en la Teogonía  (vv.537-570) y en
los Trabajos y los Días (vv.43-106) de
Hesíodo tiene un correlato en la mitología hebrea
en el Ciclo de Jacob
, pues en el Génesis
se nos narra cómo el menor de los hijos de Isaac, Jacob,
con ayuda de la esposa de éste, Rebeca, astuta como Eva
y  Pandora: 1º) cambia la primogenitura al mayor por un
plato de lentejas (Gén 25.27-34) y 2º)
cubriéndose las manos de piel de
cordero para parecerle velludo, como su hermano, a su padre ciego
que lo palpa, se hace acreedor de la bendición paterna
suplantando por segunda vez al primogénito (Gén
27.1-29). La condición de vencer con argucias le viene a
Jacob, que tomará el nombre de Israel
(Gén 32.28; 33.20 y 35.10) y a su madre Rebeca, de la
herencia
familiar, como demuestra el engaño que el propio
engañador sufre por parte de Labán, hermano de su
madre, al cambiarle de hija para el casamiento tras hacerle
trabajar durante siete años sustituyéndo a Raquel
por Lía, lo que le costaría otros siete años
de esclavitud
(Gén 29.15-30) para adquirir a la preferida como
esposa.

La astucia de cubrirse con piel de cordero
ayudó también a Odiseo, el de las muchas
astucias
(polymates) y a sus hombres, a escapar de las
garras del Cíclope, cegado por una gran estaca y que
palpaba los lomos de sus ovejas conforme salían de su
cueva, sin percatarse de que había hombres adheridos a sus
vientres (Odisea, IX, vv.405-465). El éxito
en las empresas que
aborda, logra Odiseo, haciendo uso de esa capacidad que comparte
aquí con la diosa Atenea (Odisea XIII, vv.287-300) pero
distinta del ingenio que comparte con Zeus en la
Ilíada (II, vv.166-171; III, vv.199-202) y que le
llevará a idear la treta del Caballo de madera
(Odisea IV, vv.271-285; XI, vv.523-525; VIII, vv.485-495) para
lograr vencer Troya y más cercana al engaño
que le acabaría relacionando con el vergonzante
Sísifo (Ilíada VI, 150-154).

El engaño prometeico en la
Teogonía (vv.535-565) se expone como
explicación etiológica de las prácticas
sacrificiales relacionadas con el consumo de la
carne del animal y la quema de la grasa, huesos y
vísceras como ofrendas a los dioses:
"Prometeo
presentó un enorme buey que había dividido con
aímo resuelto pensando en engañar la inteligencia
de Zeus. Puso, de un lado, en la piel, la carne y ricas
vísceras con la grasa, ocultándolas en el vientre
del buey. De otro, recogiendo los blancos huesos del buey con
falaz astucia, los disimuló cubriéndolos de
brillante grasa" (vv.536-542). Hay en ello también una
concomitancia con el Ciclo de Jacob, el cual,
después de luchar con la divinidad (Gén 32.24;
cfr.Oseas 12.3-4), ver su rostro en la oscuridad y quedar con
vida (Gén 32.30; cfr.Gén 16.13; Isaías 6.5),
quedaría herido en el muslo, lo que vendría a dar
explicación de una práctica
gastronómico-religiosa: "e iba cojeando del muslo. Por eso
los israelitas no comen hasta el presente el nervio
ciático que está en la articulación del
muslo" (Gén 32.32). Los relatos en su parte de
etiología del sacrificio y gastronomía son semejantes más no
análogos, pues en el primero mencionado interviene la
astucia, respecto a la cual rivalizan dos dioses, mientras que en
el segundo la astucia y el engaño se ha reservado a las
relaciones entre los hombres y resulta inconcebible en las
relaciones entre los dioses o entre los hombres y la divinidad.
El profeta lucha con la divinidad no como en la
Teogonía luchan los dioses entre sí, sino
que tendríamos que remontarnos a la Ilíada
para encontrar el enfrentamiento entre hombres y dioses, en el
campo de batalla, como cuando Diómedes hiere a Afrodita e
incluso a Áres, el mismísimo dios de la guerra
(cfr.Canto V); pero Jacob no lucha tampoco de esa manera,
sino que el su agonía resulta no sólo
física
sino también mental, frente al ágon de la
épica homérica; resulta un lucha a la vez guerrera
y existencial, la primera se libra con los otros hombres y la
segunda, con el Dios, se libra en la conciencia, entre
las brumas del sueño y de la noche. Resulta destacable
también como distinción fundamental que para Jacob
la victoria frente a Dios supone la sumisión del vencedor
al vencido, supone que se ha ganado la bendición
haciéndose acreedor de ella, lo que le legitimará
para desterrar a los demás dioses en su nombre: "retirad
los dioses extranjeros" (Gén 35.2; cfr. Ibid.
versículo 4); por el contrario, en el politeísmo
homérico, el héroe que vence a un dios menor, nunca
a Zeús, no por ello se somete a él ni comienza a
rendirle culto, sino que en un acto de hybris se equipara
por un instante a sus parientes, los dioses, llegando a ser su
igual. No llega Jacob a una elevación semejante a la del
hombre
endiosado sino que lucha por no someterse y venciendo se somete.
Semejante violencia
respecto a la lógica
nunca llegaría a ser aceptada por el mundo griego y ese
será más adelante uno de los caballos de batalla
entre los filósofos y los profetas
(poetas).

LOS
ESCRITOS DE PLATÓN

Para el estudio de la Grecia clásica, a los
hallazgos arqueológicos hay que añadir las fuentes
indirectas, como las literarias en todos sus géneros, y
las plásticas, tanto en las artes mayores como en las
menores.
Consideramos la escritura como una fuente indirecta,
ya que constituye en sí misma una primera
mediación, la del autor o compilador, y además, ha
llegado hasta nosotros con más o menos deformaciones, que
resultan difíciles de determinar.

No obstante, en el caso del estudio de la obra de
Platón,
llamamos fuente primaria, al texto griego tal y como lo hemos
recibido y fijado a partir de los códices manuscritos que
han llegado hasta nosotros, del que suele utilizarse el texto
establecido por J.Burnet (1900)
y reeditado con ligeras
correcciones hasta la actualidad, que sigue la paginación
de la edición
de Henricus Stephanus (1578) y del que, siendo indudablemente el
de más valor, se han
intentado, no obstante, algunas mejorías, ya que no se
registran en su edición las lecciones de algunos
manuscritos, estando la tradición indirecta escasamente
reflejada.

Los códices del texto griego platónico
se remontan a la edición realizada en la época de
la Roma imperial,
con el orden por tetralogías,
según el modelo
de la tragedia, que se le atribuye a Trásilo,
astrólogo de la corte de Tiberio. Los más conocidos
son el Clarkianus (o Bodleianus) del 896, designado con la letra
B, que contiene las seis primeras tetralogías; el
Parisinus de 1807, letra A, con las dos últimas
tetralogías; el Venetus, letra T; el Vindobonensis 21, del
s.XIV, letra Y; y el Vindobonensis 54, de alrededor del s.XII,
siglado por la letra W.

Es al empezar el helenismo
(s.III ac) cuando las obras se empiezan a cuidar en su
edición. De ahí que medie un siglo entre la muerte de
Platón
y la primera edición más o menos rigurosa de su
obra.

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(I-AC-3)                      
-Vol.III:           
Books 9-12 by Bryan Hainsworth

(I-AC-4)                      
-Vol.IV: Books 13-16 by Richard Janko

(I-AC-5)                      
-Vol.V:           
Books 17-20 by Mark W.Edwards

(I-AC-6)                      
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Books 21-24 by Nicholas Richardson

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NOTAS


[1]
En la Ilíada los dioses
engañan pero la victoria por argucia no era bien
considerada respecto a la areté guerrera. Por eso
es una diosa, la celosa Hera, quien engaña a Afrodita y a
Zeus (cfr.XIV, v.153ss).

 

Simón Royo Hernández

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